Y aquí estoy yo, un año más organizando nuestro viaje de fin de año. Y entonces me acuerdo del primer día de 2014 y nuestra visita a Bulnes y pienso que el tiempo vuela demasiado rápido.
Así que por culpa de la morriña, decido subir aquellas fotos. Suerte vuestra.
Era 1 de enero, el día había amanecido gris (algo muy habitual en Asturias) y decidimos ir a visitar un pueblo perdido en medio de los Picos de Europa. Y digo perdido porque hasta el año 2000 cuando su funicular fue inaugurado, la única forma de conectar Bulnes con el resto del mundo era a través del canal del Texu, caminando por un sendero de montaña por el que se veían obligados a circular hombres y animales con cargas.
Vamos, el lugar perfecto para esconderse de la civilización.
La carretera vacía serpentea por entre los montes, bordeando un pequeño río con aguas cristalinas. El primer día del año la gente suele estar de resaca en sus casas, así que la visita al pueblo perdido ha sido como me gusta a mi, sin turistas ni ruido.
Llegamos al funicular y nos avisan que dada la fecha, todo estaba cerrado en la villa pero que si queríamos subir, adelante. Ya que estábamos allí decidimos subir de todas formas. Buena elección, teníamos a la villa entera solo para nosotros.
El funicular está operador por Alsa, podéis consultar horarios y precios aquí.
El viaje es bastante corto y llegamos a la cima enseguida, pero no a la villa. Aun nos quedaba caminar unos cientos de metros más en medio de paredones de piedra caliza, en pleno corazón de los Picos de Europa. Mientras caminaba pensaba que felizmente la nieve no había llegado aún abajo, porque las cuestas que nos rodeaban tienen pinta de formar unas avalanchas muy majas. Al fondo se puede apreciar algunos de los picos nevados.
Y tras un pequeño paseo, llegamos a la villa. La aldea está dividida en dos barrios: el de mayor tamaño se conoce como La Villa (Bulnes de Abajo) a orillas del Río Bulnes, donde está el pequeño cementerio con la capilla de la Virgen de las Nieves, la pequeña iglesia y las ruinas de la Rectoral.
Unos metros más arriba se encuentra el barrio conocido como El Pueblu o del Castillo, donde estuvo la escuela y la capilla de San José, y que cuenta con los restos de una vieja torre cuyas ruinas son del siglo XIV. Nosotros nos hemos quedado solo en el barrio de abajo.
Fuimos recibidos por un gallo cantando, buena forma de llegar. No había absolutamente nadie en la villa además de nosotros. Un rato antes, mientras caminábamos por el sendero entre paredones hacia la villa, cruzamos con una persona que venia de la aldea y parecía mas bien que seguía un sendero de montaña y, no, no era un turista visitando el pueblo. Buen plan para el 1 de enero - sendero por los Picos -, pienso.
Pasamos al lado de la pequeña iglesia que estaba cerrada y seguimos hacia el puente de madera donde nuestro gato-guía nos esperaba. El encantador bicho nos siguió durante todo el paseo, pendiente de nuestros movimientos. El día estaba tan tranquilo que el gato-guía no tenía mejor plan que pasear por el pueblo con unos desconocidos.
El pueblo cuenta con un par de restaurantes, otro par de alojamientos turísticos y alguna que otra residencia. Supongo que habrá también una pequeña tienda, aunque como estaba todo cerrado un poco difícil saberlo.
El barrio de abajo tiene dos calles y unos cuantos callejones estrechos. El local elegido para el pueblo es puramente estratégico: se encuentra cerca de los mejores pastos de la vertiente norte del Macizo Central, está abrigado de los vientos fríos del norte y a una altitud (649m) relativamente baja para estar en los Picos de Europa.
Los caminos que existen a dia de hoy son los mismos que abrieron sus primeros pobladores, y que se han mantenido gracias a la actividad ganadera. Las zonas de pastoreo son usadas desde el siglo XV, cuando Bulnes tenía aún categoria de Consejo.
Y nuestro gato-guía seguía el paseo con nosotros.
La dificultad de los accesos ha condicionado siempre la vida de los habitantes. Hasta noviembre de 1988 no les llegó el suministro eléctico y a dia de hoy es uno de los pocos pueblos de España que no cuenta con acceso rodado.
Y tras poco más de una hora nos marchamos y dejamos a nuestro gato-guía atrás. Y volvemos al ruido de la vida urbana.
Fotos @ Lugares Que Ver
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