Empezamos la bajada desde Foncebadón a las 6:00 y ha sido precioso caminar bajo el cielo con más estrellas que he visto en la vida. Madrugar tiene sus ventajas y estar en un pueblo aislado en la cima del monte también.
Los primeros 11km hasta El Acebo han sido duros, mis tobillos se han unido a mis agujetas y al ya formado ejército de ampollas en su intento diario de sabotaje. Y denuevo he ganado yo gracias a todas las drogas proporcionadas por la farmacia.
Pero volviendo al camino, el que se inventó el dicho de que "hacia abajo todo santo ayuda " no sabia lo que decía . Me he sentido una auténtica cabra montesa bajando en medio de un sendero de piedras, pero mucho más torpe y lenta, claro.
Pues eso, llegamos a El Acebo y paramos a desayunar, el pueblo es precioso, sus casetas de piedra están restauradas y el hecho de que este ahí arriba perdido de la mano de Dios le da un aire mucho más suyo.
El segundo tramo de bajada ha sido aún más duro, el sol ya empezaba a pegar fuerte, apenas habían sombras donde esconderse y me ha salido una ampolla en la mano por culpa del bastón (había que elegir: ampolla en la mano o cargarme las rodillas bajando sin bastón, la elección es clara, ¿no?)
En etapas anteriores, cruzas un pueblo cada pocos kms por lo que el camino se hace más llevadero pero lo chungo de hoy es que en los 20km de bajada solo hemos cruzado un único pueblo, por lo que el trayecto se ha hecho algo largo. Y además teníamos que ahorrar agua porque encima no habían fuentes donde repostar.
Cuando por fin llegamos a Molinaseca y me encontré con su piscina natural en el río, me sentí tal cual nómada en el desierto cuando ve a un oasis. Nadie ha sido capaz de sacarme de allí por lo que cambiamos el plan inicial de ir hasta Ponferrada y decidimos quedarnos aquí a dormir.
En cuanto hicimos el checkin en el albergue, me puse el bañador y volví al río, su agua fría ha sido mano de santo para quitarme (aunque temporalmente) las agujetas de las piernas y el inchazon de los tobillos.
Durante el checkin el hospitalero nos contó que hoy ha sido considerado el día más caluroso del año, por lo que no ha sido ninguna sorpresa encontrarme con todos los habitantes del pueblo metidos en el río.
Esta noche nos quedamos en un albergue privado que tiene muy buena pinta, tanto que está completo. Parece ser que no hemos sido los únicos incapaces de avanzar más por culpa del calor. Según nos han contado, hasta el 112 ha tenido de socorrer a algún que otro peregrino con problemas en la bajada del monte.
Y hablando en socorro, empiezo a fijarme en la rutina peregrina y hay momentos dignos de una foto: todos los días después de la cena la imagen más habitual es la de los peregrinos en sus literas curando las heridas de los pies mientras intercambian tiritas, medicinas y consejos para que las ampollas se sequen más rápido. No se si llamarlo solidaridad o empatia, o quizás ambos.
Mañana el objetivo es hacer unos 25km, parece que el tiempo ayudará porque este fin de tarde ha caído la típica tormenta de verano y además corre un viento fresquito. Esperemos que mañana este nublado y el sol no nos transforme en carne seca.
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