“An involuntary return to the point of departure is, without doubt, the most disturbing of all journeys.” – Iain Sinclair
Los que habéis estado acompañando el diario por Facebook, os habréis dado cuenta que faltan los días 12 y 13 (más de uno me ha echado la bronca). Pero la razón es noble: decidí aprovechar los últimos dos días para desconectar un poco del mundo antes de volver a la vida real. Así que lo que os cuento hoy aquí tiene más que ver con el sentimiento que tengo hoy hacia el Camino que el que tenia en el día de los hechos.
Casi dos meses han pasado desde que volvimos y poco a poco de tas cuenta de todo lo que te ha cambiado en la vida.
Salimos aquella mañana bastante pronto de Melide, desayunamos en el albergue y empezamos a caminar cuando aún era noche. Durante largo rato caminamos por bosques cerrados con una linternita, pendientes solamente de dónde pisar para no caerse en el riachuelo que suena un poco más adelante.
El "busca la fecha amarilla" casi se transforma en un juego. En las vías más "urbanas" es muy fácil no perderse porque las señales son abundantes, pero en estos bosques las flechas amarillas que indican la dirección hacia Santiago pueden estar pintadas en cualquier sitio: desde troncos de arboles, pasando por piedras o incluso en el suelo. Y si aún es noche, cuesta un poco encontrarlas.
Esto hizo con que avanzáramos despacio los primeros kms, aunque seguíamos decididos a intentar llegar a O Pedrouzo, lo que nos permitiría hacer el último día hasta Santiago sin prisa.
Las últimas etapas hasta Santiago son preciosas. Galicia y todo su verde es deslumbrante, sobretodo en los tramos en los que el Camino se aleja de las carreteras para meterse en lo más natural de la zona. Por eso hemos decidido ralentizar el paso los últimos dos días y poder así disfrutar de las pocas horas que nos quedaba de peregrinos. Ya me empezaba a entrar nostalgia.
Tras 11km caminando, hicimos una parada en Ribadiso a merendar. Habíamos hecho una visita al supermercado de Melide el dia anterior y veníamos preparados. La llegada a este pequeño pueblo de apenas 77 habitantes se hace por un pequeño puente medieval sobre el río Iso, justo en frente al Albergue Municipal ubicado en el edifico del antiguo Hospital de Peregrinos de San Antón.
3km más adelante nos encontramos con Arzúa, punto de encuentro del Camino Francés con el Camino del Norte. Allí reencontramos nuestros compañeros turisgrinos recién bajados de su autobús de apoyo, ya llevaban algunos días acompañándonos en distintas etapas y empezábamos a acostumbrarnos a tenerlos cerca. El numero de turisgrinos que seguía caminando ha bajado considerablemente si comparado con el primer día que les vimos a la salida de Portomarín.
También conocimos a tres asturianos que estaban haciendo el Camino de Norte y durante uno o dos kms nos contaran lo muy distinto que es el del Norte comparado con el Francés. Tiene sentido: la ruta francesa es la más transitada, además muchas de las rutas alternativas se unen a la francesa en algún punto aumentando la cantidad de peregrinos.
Esto hace con que la infraestructura para recibir el peregrino en el Camino Francés sea mucho más completa que en ningún otro: encuentras al menos un albergue cada 10km, tienes muchos bares/restaurantes/farmacias a lo largo de todo el trayecto y es fácil decidir parar o seguir sobre la marcha porque tampoco te alejas tanto tiempo de la civilización y siempre hay una opción de cama cercana.
Otros Caminos, como por ejemplo el Primitivo, no tienen la misma suerte. Algunas veces es necesario andar más de 30km hasta encontrar otro albergue o un sitio donde comer, pero en cambio es una ruta mucho más natural y salvaje, menos masificada y seguro que perfecta para desconectar del mundo.
En nuestro penúltimo día de peregrinos, decidimos pasar del típico menú que llevábamos comiendo la última semana y media y nos hemos dado un capricho con una comida de las buenas. Tras matar el hambre nos tomamos un par de horas de descanso en el césped antes de seguir jornada hasta O Pedrouzo.
Éste día se ha quedado con nuestro récord personal de más kms hechos en todo el viaje. Y gracias a la comida buena, el descanso en el césped y las Dorflex-españolas el trayecto ha sido menos duro que en el otras ocasiones.
Llegamos a O Pedrouzo a finales de la tarde. Felizmente el pueblo cuenta con muchos albergues y ha sido fácil encontrar alguno bueno. Nos quedamos a dormir en el Albergue Porta de Santiago , es bastante grande, está reformado, limpio y organizado. Buena elección.
Como tan solo nos quedaban 20km para llegar a nuestro destino, decidimos no madrugar mucho para salir de O Pedrouzo y descansar lo suficiente antes de enfrentarnos el último día. Este día si ha sido de sueño reparador y sin mosquitos, ya ni me acordaba de la noche en Hospital de la Cruz y los miles de mosquitos que me atacaban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario