lunes, 27 de mayo de 2013

El Castell de Guadalest y el pueblo que parece sacado de un cuento



Como siempre, la mejor manzana es aquella que está en la parte más alta del árbol, y en este caso no va a ser distinto. Después de superar el mareo provocado por las muchas curvas de la pequeña carretera que serpentea el Valle de Guadalest, llegas a un pequeño pueblo que parece sacado de un cuento. Pero no, este es de verdad.


Este pequeño pueblo ya existía en la época musulmana y pese a que fue conquistado por los cristianos a mediados del siglo XIII retuvo hasta la expulsión de los moriscos (1609) una abundante población islámica bajo el señorío de distintos nobles aragoneses. 



Donado por el rey Jaime II de Aragón a Bernardo de Sarriá (1293), pasó a la Corona en 1335, fue vendido al Infante Don Pedro, luego pasó a manos de su hijo, el primer Duque de Gandía y más tarde a la familia Cardona, quienes ganaron en 1543 el título de Marqueses de Guadalest.



Pero no todo han sido flores para este pueblo escondido en la cima de los montes: en junio y diciembre de 1644 se produjeron terremotos que destrozaron el castillo. En 1699 el último Cardona Marqués de Guadalest murió sin descendencia, lo que provocó una serie de disputas por la zona. 


Durante la Guerra de Sucesión (1708) es Castillo de San José sufrió graves daños en su estructura y en el siglo XX (1953-1971) decidieron construir allí un embalse, lo que provocó importantes cambios en el paisaje de la zona.


Este pequeño pueblo cuenta hoy con 240 habitantes (INE2011) que viven principalmente de los turistas que llegan desde la Costa Blanca seducidos por el local, declarado conjunto histórico-artístico en 1974. Yo también terminé seducida como la mayor parte de los turistas y como una enamorada de los pequeños pueblos españoles puedo decir que hacia mucho que no me quedaba tan prendada con un lugar.

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