La primera vez que estuve en Lisboa tenía menos de 24h para ver el máximo de cosas posible con un presupuesto muy ajustado. Y me marche decepcionada. Volví a Lisboa 5 años más tarde sin esperar nada y aún con el recuerdo vivo de aquellas 24h. Esta vez salí contenta, incluso casi un poco enamorada del lugar. Quizás porque llegué sin esperar nada, quizás porque miraba la ciudad con otros ojos, no lo sé.
Si me preguntaras qué repetiría, te diría...
…Tranvía 28:
Este tranvía tradicional (muchos infelizmente cubiertos de publicidad) es una de las visitas más interesantes y baratas de la ciudad. La línea 28 pasa por el Barrio Alto y Alfama por el precio de 2,85€ cada viaje. Está casi siempre lleno, pasas la mayor parte del viaje más exprimido que una naranja y te bajas más agitado que un milk shake, pero vale la pena. Dejar de hacer este paseo es algo como ir a París y no ver la Torre Eiffel.
… Mirador de las Puertas del Sol:
Aprovechen el paseo en el Tranvía 28 para visitar este coqueto mirador (la parada del Tranvía está justo en frente). ¡Las vistas se lo merecen!
… Pasteles de Belém:
Un placer de los dioses, algo casi orgásmico diría yo. Desde 1837 los Pasteles de Belém son producidos en el barrio de mismo nombre siguiendo una receta secreta muy antigua, original del Monasterio de los Jerónimos y transmitida y conocida exclusivamente por los maestros pasteleros que la preparan a diario de forma artesanal. No existe franquicia y es el único sitio del mundo donde puedes probarlo.
El sitio, obviamente, tiene colas de turistas constantes en la puerta, gente de todo el mundo deseando comprobar que su fama es merecida. No te asustes con la cola, tengas paciencia que la espera vale la pena. En mi opinión la mejor compra es la caja con 6 pastelitos que vienen acompañados de dos paquetitos, uno de azúcar glas y otro de canela en polvo.
… Torre de Belém:
Esta pequeña torre es más interesante por su emplazamiento y vistas que por su decoración interior. La encontrarás en la orilla del río Tajo, a pocos minutos andando desde los míticos pasteles de Belém. En el pasado, era usada como un centro de recaudación de impuestos para poder entrar en la ciudad. Su interior es menos interesante que el exterior, pero las vistas del alto de la torre son preciosas, algo que sin duda ya compensa la visita. El turista tiene acceso a algunas pequeñas salas (vacías) que se acceden por escaleritas de caracol.
… Puesta del sol en el Terrero do Paço:
Después de un día entero pateando la ciudad, una parada en el Terrero do Paço para ver cómo el sol sumerge en el río es algo sin duda relajante. El local se encuentra al ladito de la Plaza del Comercio y tiene una vista preciosa del puente 25 de Abril.
… Vistas del Castillo de São Jorge:
La mejor parte de la visita al castillo es sin duda las vistas. Esta sensación buena de tener Lisboa a tus pies que ni todo el dinero del mundo puede pagar. La fortificación ha sido construida por los musulmanes en el siglo XI en el barrio Alfama, el más antiguo de la ciudad. Fue ocupado por Don Alfonso Henrique, primer rey de Portugal después de la conquista de la ciudad en 1147. Al lado del castillo encontramos el Núcleo Arqueológico con los vestigios de ocupación más antiguos de la ciudad, que remontan al silgo VII a.C. (la Edad del Hierro), época en la que posiblemente había un poblado fortificado en el local.
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