Hace unos días decidimos escaparnos un fin de semana a
Ottawa, capital de Canadá. Al ponernos a buscar un alojamiento que encajara con
nuestros bolsillos, encontramos el HI – Ottawa Jail Hostel y aunque el
precio de la habitación doble fuera un poco más caro de lo que pensábamos gastar,
decidimos quedarnos solo por pura curiosidad. Claro que el hecho de que el
hostal esté a pocas manzanas del centro de la ciudad ayuda, pero al menos para
nosotros, esto era lo de menos.
A la izquierda, el antiguo edificio del Juzgado y a la derecha el Ottawa Jail Hostel
El Ottawa Jail Hostel está administrado por la cadena de
hostales Hostelling International (HI), que cuenta con más de 70
hostales en 80 países alrededor de mundo, algunos muy curiosos como este. Se
encuentra en la 75 Nicholas Street y durante más de 100 años ha funcionado como
una cárcel, cerrada en 1972.
A la izquierda, entrada al patio de la cárcel, hoy usado como parking. A la derecha, vista de la parte posterior del hostal desde el parking.
Después de que el edificio fuera cerrado, Hostelling
International lo compró y lo transformó en un hostal, pero (felizmente) ha
mantenido la mayor parte de la estructura intacta además de ofrecer visitas
guiadas (muy buenas, por cierto) tanto a los huéspedes como a visitantes de la
ciudad.
Cuenta la historia que esta fue la primera (y principal) cárcel
de Ottawa durante más de un siglo. El edificio fue construido en 1862
exactamente al lado del juzgado y ambos están conectados por un túnel, usado en
aquel entonces para llevar a los condenados a la cárcel sin que hubiera la
necesidad de que salieran a la calle, lo que disminuía el riesgo de que alguno
intentara huir. Actualmente, el antiguo edificio del juzgado ha sido
transformado en un centro de arte.
Estos pasamanos que a primera vista parece que no llevan a ningún
sitio en realidad marcan la entrada al túnel que conecta los dos edificios.
El túnel hoy está cerrado para visitas.
Como podéis ver, poco ha cambiado en el edificio desde
entonces. Las antiguas celdas fueron adaptadas con literas / duchas / baños
para recibir a los huéspedes. Además, cuentan con habitaciones dobles (y baño
interior) para aquellos que quieren un poco más de privacidad.
Estas gradas en los pasillos, según nos ha contado la guía, servían
en su día para que los presos no se suicidaran saltando desde la última planta
y que tampoco intentaran matar algún funcionario de la cárcel tirándoles por el hueco en medio de una pelea.
Si buscas lujo, este no es tu lugar ya que todo es bastante
sencillo. Y si eres claustrofóbico, te aconsejo coger una habitación doble
porque las celdas adaptadas para los huéspedes no tienen ventana. Pero por lo demás,
el hostal ofrece todo lo que uno puede esperar de un hostal: baños compartidos,
taquillas para las mochilas que funcionan con monedas de 1 dólar, comedor/bar
en el subsuelo del edificio donde sirven un desayuno simples pero gratis, bar que funciona como punto de encuentro por las noches, lavandería “hágalo-tu-mismo”
que funciona con monedas y recepcionistas simpáticos dispuestos a darte una
amplia información sobre la ciudad. Ah, y tienen wifi gratis.
Y antes de irme os recuerdo que en aquella época, la pena de muerte era legal en Canadá y el condenado (al menos en Ottawa) era ejecutado en la horca. Según los registros de la cárcel solamente 3 presos fueron ejecutados, el primer de ellos llamado Patrick J. Whelan murió el 11 de Febrero de 1869, condenado por el asesinato de Thomas D’Arcy McGee.
Antes de la ejecución, los condenados eran llevados a celdas especiales ubicadas en un pasillo en la última planta (el famoso corredor de la muerte) y vigilados constantemente por miedo de las autoridades a que se suicidaran. En el día D, eran llevados a esta pequeña sala donde, después de atada la cuerda alrededor del cuello, se abría las puertas del suelo para que el acusado se fuera al otro mundo.
Al principio, cualquiera podría ver las ejecuciones desde el
patio, ya que no habían tapado la ventana del fondo (esta que podéis ver en la foto cerrada con una madera gris). No es de
sorprender que en aquella primera ejecución pública más de 5.000 personas hayan acudido al local para ver cómo Whelan era colgado, un numero bastante elevado
para la población de la ciudad en aquel entonces.
Hoy día algunos huéspedes y funcionarios afirman que han
visto el espirito de Whelan paseándose por el local, apareciendo al pie de la
cama de algunos visitantes o ocupando su antigua celda en el corredor de la
muerte.
Os dejo también un vídeo del Hostal, por si os interesa visitarlo.