La Iglesia de San Vital de Rávena es uno de los templos más importantes del arte bizantino, formándose por expreso deseo del Emperador Justiniano com el objeto de acelerar la integración de los territorios conquistados al imperio Bizantino.
La obra se financió con el dinero del acaudalado Juliano Argentario, un banquero de origen griego, y fue supervisada por el arzobispo de la ciudad, Maximiano, quien la consagró en el año 547.
Todos estos personajes aparecen en la decoración musivaria que se realizó entre los años 546 y 548.
Estos mosaicos son el mejor ejemplo de las artes figurativas bizantinas y nos dan una idea de lo que pudieron ser las obras que fueron destruidas con la caída de Bizancio a manos de los turcos en los siglos VII y VIII.
Todo el edificio ha sido diseñado respetando muchos de los elementos de la tradición eclesiástica antigua, en la que se exigía la separación de sexos durante los actos de culto, así como la posibilidad de que asistiesen altas jerarquías, siguiendo un protocolo estricto reflejado simbólicamente en los mosaicos.
Aunque la decoración de la iglesia está parcialmente dañada, la parte del presbiterio se conserva prácticamente en su estado original, y es de un valor inestimable, pues se trataría del único edificio áulico bizantino virtualmente intacto, que nos da una vaga idea de la riqueza del palacio del emperador u otras grandes edificaciones oficiales de Constantinopla, actualmente destruídas.
La iglesia ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en la categoria "Monumentos paleocristianos de Rávena".
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